Iró Nikopulu: Los obsequios


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Iró Nikopulu

 

Los obsequios


08-Ro-Chronica_Polonorum_PAULIN Pfeiffer colocó con dificultad el último, por el momento, regalo en la pequeña bodeguita bajo la escalera. Cerró la puerta con apuro y suspiró jadeante. No había perdido todavía los kilos demás del embarazo. Había comenzado a enviar otra vez sus reportajes a Vanity Fair, pero no se atrevía a pasar por las oficinas sin antes recuperar completamente la silueta. Enderezó la costura de sus medias y regresó sonriendo al salón. El alegre sonido del timbre de la puerta de entrada anunciaba sin parar nuevas visitas. La empleada doméstica corría para abrir, recogía sombreros, abrigos y regalos para Patrick, el recién bautizado y, los apilaba en la parte de atrás del living room. Al día siguiente, cuando Paulin comenzó a abrir los regalos, le esperaba una insólita sorpresa. Más o menos en las primeras cinco cajas –una sí otra no– había zapatitos microscópicos de diferentes diseños y colores. Paulin puso un disco en el tocadiscos, un gin tónic con hielo y llamó a su marido. Continuaron abriéndolas juntos y después del cuarto par empezaron las apuestas riéndose. Al final, los sorprendidos padres contaron en total doce pares de zapatitos del mismo número para su retoño, quien como si supiera de lo que se trataba se acercó a ellos gateando con rapidez. Por un momento se miraron los tres directamente a los ojos. Tras un nuevo estallido de risas hasta llorar, Paulin dijo que era imposible que los usara todos, porque los piececitos de los niños crecen más rápido que los frescos rabanitos de su huerto. A lo sumo lo que necesitaría el pequeño eran dos o tres pares del mismo número. «¿Y el resto?… », se preguntó colocándolos otra vez dentro de la caja de manera inconsciente… «Si fuera por lo menos miembro de alguna organización filantrópica para niños, merecería la pena», susurró; «sin embargo, a los desempleados de nuestra asociación, ¿de qué les sirven?». «Muy simple», dijo su marido tomando algunas cajas en sus brazos, mientras salía de la habitación. «Los venderemos y daremos el dinero a la asociación…». Paulin, tras apartar tres pares, cerró la última caja gritando, «vale, pero ¿cómo lo haremos?…». «Con un anuncio en el periódico», se oyó la voz sorda de él bajo las escaleras. «Y entonces ¿qué escribimos…?», volvió a gritar, mordisqueando ya un lápiz. «Muy simple… Pones…». «Te escucho…».

       «Vendo: zapatos de bebé, sin usar».


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Fuente: Primera publicación blog Planodion – Historias Bonsái, 24 de enero de 2014

Iró Nikopulu (Atenas, 1958). Estudió pintura y escenografía en la Facultad de Bellas Artes en Atenas. Ha expuesto sus obras tanto en Grecia como en el extranjero. Escribe poesía, novelas y cuentos. Su último libro Ασφαλής πόλης (Editorial Γαβριηλίδης, 2015) Co-dirige el blog de minicuentos Πλανόδιον Ἱστορίες Μπονζάι. Sus poemas, cuentos artículos han sido publicados en revistas y en prensa diaria.

Traducción: Marisol Fuentes

Revisión: Konstantinos Paleologos