María Kuyumtzí
Mamá
N CASA prevalecía el padre con su voz enérgica y todos le teníamos mucho miedo. La madre iba y venía silenciosa y algo encorvada. Su voz la dejaba salir siempre para aconsejar y nunca para dar órdenes. El padre traía amigos a casa, escuchábamos sus ensordecedoras voces y sus risas. Ella deambulaba como una sombra y se sentaba somnolienta en un rincón. Mientras éramos pequeños, nos calentábamos en su regazo, pero cuando crecimos, –hombres también nosotros– no le dábamos importancia. De vez en cuando la veíamos limpiarse deprisa sus ojos llorosos y eso nos fastidiaba. Lo llamábamos sentimentalismo, cosas de mujer. Necesitó hacer algo más de lo que hacía siempre, para que entendiéramos que gracias a su amor armonizaba nuestra vida. Una noche alrededor de las doce, habíamos regresado borrachos con mi hermano, haciendo caso omiso a las consecuencias que tendría nuestra imprudencia. Nuestro padre nos esperaba enfadado. Nos lo había dicho hace mucho que la puerta la cerraría a las once, pero estaba abierta de par en par y todas las luces encendidas. Viendo nuestro desastre, el traje manchado por el vómito de mi pequeño hermano, nuestro aspecto ridículo, comenzó a insultarnos, a gritarnos, excitado por sus propias palabras, nos abofeteó, hasta que en un momento mi hermano, con osadía, le llevó la contraria, cogió las pinzas para las brazas que estaban al rojo vivo del brasero y la levantó contra él. Entonces mi madre se metió por medio y se llevó las pinzas en la cara. Su piel chirrió pero aquélla ni siquiera rechistó, sino que se quedó de pie con las manos delante del cuerpo de mi hermano. Todos nos quedamos paralizados como estatuas y la indignación de mi padre se esfumó inmediatamente. Nosotros ya nos habíamos desemborrachado. Callada aquella nos dejó, fue al fregadero, lavó su pañuelo y comenzó a refrescar su herida. Ninguno de nosotros se acercó a ayudarla – nunca la ayudábamos en nada. Nos dimos cuenta de esto de repente y bajamos la cabeza.
Fuente: Primera publicación.
María Kuyumtzí (Salónica, 1945). Sus cuentos han sido publicados en numerosas revistas literarias como Ἐντευκτήριο, Ἡ λέξη, Πανδώρα, Πάροδος, Παρέμβαση. Ha publicado las colecciones de cuentos Ἄγριο βελοῦδο [Terciopelo salvaje] (2009) y Γιατί κάνει τόσο κρύο στὸ δωμάτιό σου; [¿Por qué hace tanto frío en tu habitación?] (2011).
Traducción: Marisol Fuentes
Revisión: Κonstantinos Paleologos
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