Tasos Psaris
La ruta
U NARIZ y el cristal se habían fundido en uno. La radio zumbaba. Vio el lago con los sauces pasar corriendo. Allí iba a remar con su hermano los veranos. Habían construido una improvisada barca con una puerta, y de remos usaban dos palos de escoba. ¡Cómo le pegaba su madre! ¡Aún le dolían las mejillas! Ahora el lago estaba helado. Algunos animales deambulaban sobre la cristalizada superficie olisqueando el hielo. Era como si no creyeran que podían caminar sobre el agua, o pensaran que se habían equivocado, que este no era el lago que conocían. Un corzo de pelaje plateado pasó estirando el cuello. Si no estuviera segura de que la engañaban sus ojos, diría que lo vio mirándola con recelo. Sonrió. Una alineación de cipreses. Campos y viñedos, blancos, blancos, muertos. Ni rastro de cultivos. Una valla de alambre de una longitud de kilómetros enteros. El alambre no existía antiguamente. Y la valla antiguamente era una cerca. ¿Qué había pasado? La escuela. El maestro seguro que sabría contestarle. El maestro sabía contestar a todas las preguntas. Alto, delgado, de hombros cuadrados. Y joven, muy joven, todos lo tomaban por alumno. ¿No estaría un poco colada por él? Hizo una mueca de desaprobación. Qué sabría de amores en aquel entonces. El motor rugía bajo sus pies. Las ruedas silbaban. Algunos erizos jugaban en la nieve. Algunas flores silvestres de las que la nevada no se tomó la molestia de ocuparse. Se frotó las palmas de las manos. Se le habían hinchado los dedos. Comenzó a tener frío. Las primeras casas. El kafenío del abuelo con el rótulo rojo. Dinerillo y chocolatinas. Los postigos en ruinas. La plaza con la fuente de mármol. Algunas banderitas con el escudo todavía colgadas. La barbería. La tienda de comestibles con el gran ventilador. Todo cerrado. Desierto el pueblo, ni un solo conocido.
Se giró hacia el otro lado. El asiento del conductor estaba vacío.
Fuente: Planodion Bonsái, 5 de abril de 2013
Tasos Psaris nació en Atenas en 1975 y vive en Corfú. Trabaja como traductor de literatura hispana. Su primera novela se titula: Τὸ ἀγαπημένο της μαῦρο (Momentum, Atenas, 2012).
Traducción: Ilektra Anagnostou, Beatriz Cárcamo Aboitiz, Sofía Fertaki, Theoni Kabra, María Kalouptsi, Eduardo Lucena, Konstantinos Paleologos, Evangelía Polyraki, Antonia Vlachou.
La traducción y revisión colectivas de los minirrelatos es producto del taller que organizaron y coordinaron, en la academia de idiomas Abanico desde octubre de 2017 hasta marzo de 2018, Konstantinos Paleologos y Eduardo Lucena.
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